martes, 17 de enero de 2012

Crítica de Plenitud, Decrepitud,...

Plenitud, decrepitud y algunas filtraciones intersticiales durante un parpadeo nocturno.
Editorial 13x13
Critica por Guillermo Flores.




La primera lectura del primer poemario de Marcos Miquelez (Blaquier, 1975) nos da una sensación de no haber leído algo parecido antes. Es claro, una sensación, pero la originalidad reside en el modo, el léxico, que utiliza para expresar sus ideas. Este modo podría catalogarse como Poesía Científica. Un amigo, estudiante de química, me contaba la belleza que le producía resolver o entender ciertas ecuaciones, ciertas partidas de ajedrez, ciertos fenómenos donde el equilibrio, la armonía son hechos comprobables. En contra de una teoría romántica, aquí de lo que se habla es de la posibilidad de llegar a un resultado plausible de ser mejor, pero también adecuado a cierta situación mediante las posibilidades que da el presente. En los límites aparece el maestro, apuntó Goethe, y los límites para la poesía de Marcos no son comparaciones con la noche, las flores, la belleza académica, sino que siempre prefiere alguna índole genética, química, matemática. Los ojos dulces son ojos hiperglucémicos. El número Uno se enfrenta a la constante de Plank. El carácter recesivo de alguna herencia misógina, lo utiliza para denotar un rasgo machista.
El libro se divide en tres partes, donde se han seleccionado tres diferentes momentos del título. Primero, la parte del “tecnicismo mágico”, como le gusta llamarlo al autor, es Plenitud, Decrepitud. ¿De que hablan los textos, algunos cargados de un fuerte contenido social? Habla del nacimiento, del crecimiento, de la frustración, de la negación a resignarse, de aspirar a ser transparente como un rayo gamma que atraviesa todo y lo desnuda.
La segunda parte, “Filtraciones Intersticiales durante un parpadeo nocturno” son tres cuentos escritos en un estilo claro, intimo, sincero. Se destaca “Preso de la presa”, un relato tan cargado de emociones que a más de un lector le pareció autobiográfico.
La tercera parte, como debe ser, es la parte del amor, de los sentimientos mas profundos, de la amistad y de la admiración por algunas figuras y es también donde Marcos planta su bandera, contra la ignorancia, contra la despreocupación, contra la soledad, contra el egoísmo y la capacidad que tienen pocas personas de ponerse en el lugar del otro, y nos da como resultado textos frescos, de lectura rápida donde es imposible quedar indiferente cuando tenemos en frente una persona que escribe con pasión.
El libro es prologado por Matías Oliva y Emiliano Balmaceda, dos prólogos distintos que nos permiten ver otra cara del autor al que tanto conocen, y contiene fotografías de Adriana Nava y Nicolás Sticotti en blanco y negro que nos embellecen la lectura.

2 comentarios:

  1. Muy buena la idea y, sobre todo, la voluntad de trabajar en este espacio que es la literatura (independiente).

    Paso a enumerar algunas críticas menores:

    1) En el texto hay varios errores de redacción -...el mensaje se entiende, sí, pero-, a simple vista y sin mucho esfuerzo se puede mejorar el texto. Sin embargo, como no sé de qué forma trabajan, no dejo de felicitarlos; no es fácil.

    2) En la columna de la izquierda "Los libros son encuadernados (...) intentado lograr". Error de tipeo.

    3) No sé si es a drede o no, eso marca la diferencia, pero si el crítico de esta nota inteta hacerlo con seriedad, salvo que -repito-, sea puramente intencional, el libro que sostiene en la fotografía está dado vuelta.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  2. Gracias por el tiempo y las correcciones, che. Vamos a cambiarlas.
    Si, nos gustó la foto del libro dado vuelta, como un chiste a la postura reflexiva del autor.
    Saludos!

    ResponderEliminar