viernes, 28 de octubre de 2011

Nota en Tiempo Argentino

Le queríamos agradecer a Daniela Yaccar de Tiempo Argentino por la hermosa nota que escribió sobre las nuevas editoriales no convencionales.




Libros hechos a mano que tienen un incomparable sabor artesanal


Publicado el 27 de Octubre de 2011

Una de las formas de que dispone el libro con soporte papel para competir con el e-book es volverse un objeto, una pequeña obra de arte. Emprendimientos editoriales que les ponen un sello muy personal a las palabras escritas.

Tal vez sea uno de los libros más extraños del mundo, el que el año pasado publicó Ediciones Siempre de Viaje: era una inmensa sábana color lino con poemas escritos a mano, doblada como un pergamino. Ese amor por la rareza, la intención de revalorizar el libro en tanto que objeto (con su aura, su textura, su aroma) y el objetivo de difundir las producciones de escritores y poetas a los que se les dificulta hacerlo por otra vía están en la esencia de las editoriales artesanales, que se han multiplicado en los últimos años. Tocadesata, Ediciones Siempre de Viaje y Editorial 13 X 13 son algunos de los últimos ejemplos de un fenómeno que comenzó a germinar a mediados de los noventa, como consecuencia de la crisis de las editoriales nacionales, y que tiene exponentes bien conocidos –y tan disímiles– como Eloísa Cartonera o Clase Turista.
La lista sigue: Colección Chapita, Funesiana y Mancha de Aceite son nombres de algunas de las tantas iniciativas que se dedican a la fabricación de libros con la mano. Quien apunta la hipótesis de que “las editoriales artesanales van en aumento” es Karina Macció, escritora, docente y directora editorial de Ediciones Siempre de Viaje y Viajera Editorial, que antes pasó por un sinfín de proyectos de estas características. Evidentemente, ni el e-book ni la descarga de obras literarias por Internet han destronado al libro. “Desde lo artístico siempre hay una valoración de lo retro, de lo que se está perdiendo”, continúa Macció, que trabaja junto a Virginia Janza y Cecilia Maugeri. Desde esta mirada, el libro artesanal sería algo así como el vinilo del mundillo literario, con tiradas que no suelen sobrepasar los 200 ejemplares.
La propuesta que comanda Macció es más que una editorial de poesía y narrativa. Primero, en 2005, surgieron los talleres literarios que la tienen como docente, bajo el nombre de Siempre de Viaje, literatura en progreso. Luego, en 2008, aparecieron Viajera Editorial y Ediciones Siempre de Viaje, con el objeto de “dar difusión a autores que recién se inician”. Pese a que en un principio publicaban sobre todo alumnos de los talleres, luego el juego se abrió para autores sin vinculación con ellos. Siempre, la salida a la calle del libro se complementa con eventos literarios para darle un empujón. “Generalmente el autor está con mucho miedo de cerrar un conjunto de textos y mostrarlo”, subraya Macció. “La idea es armar un grupo, movernos, sostener la lectura del objeto. Que el autor se sienta acompañado.”
Aun con una tirada de 100 ejemplares por colección, Viajera Editorial –ya con once títulos en su haber– es la cara más tradicional de la propuesta del trío femenino. “El producto no se ve artesanal, sino profesional, porque hay formatos y colecciones establecidos”, define Macció. En cambio, los libros que se editan a través de la Colección Valijita de Ediciones Siempre de Viaje suelen ser rarezas y no van a parar a las librerías: necesitan de un encuentro “cara a cara” entre autor y lector. “Se trata de trabajar con el autor en un libro que imagina. Propone todo: diseño, formato y tipografía”, explica Macció. Libros guirnalda, mini-libros con papel reciclado y hasta sábanas: cualquier pedido es válido si se ajusta al contenido. Como mínimo, se fabrican 50 libros; como máximo, 200 (porque, dice Macció: “¡La confección puede ser agotadora!”). Acerca del libro como objeto artístico, la coordinadora de Siempre de Viaje apunta que implica “pensarlo como un todo, con un adentro no disociado de lo que está afuera”, en contraposición a la despersonalización de las propuestas comerciales.
Sobre eso también reflexiona Guillermo Flores, de Editorial 13 X 13, iniciativa que comparte hace dos años con Nazarena Vera: “Las editoriales grandes hacen lo que Nike con las remeras de fútbol: todos los libros son iguales”.
Cuenta que un día, como un juego, armó con unos amigos un cuadernillo de cuentos. El trabajo le gustó tanto que convirtió su casa en una editorial –un dato interesante es que muchas de las editoriales artesanales funcionan en las casas de sus hacedores–. Y así, de la mano de dos jóvenes amantes de la literatura que buscaban algo que los entusiasmara, surgió 13 X 13, que al momento lanzó sólo una colección, novedosa para el mundo de la fabricación de libros a mano. Porque, en lugar de lanzarse a la búsqueda de nuevos talentos –fase en la que están ahora–, Flores y Vera se dedicaron a “resignificar” cuentos de autores clásicos.
¿Por qué clásicos?, pregunta Tiempo Argentino. “Por gusto”, responde con simpleza Flores. La única condición era apuntar a textos no tan conocidos pero sí representativos de grandes escritores. Cuatro títulos con tiradas que van desde los 100 hasta los 200 ejemplares integran la colección Cinco Sentidos. Los escritores elegidos fueron Scott Fitzgerald, Nikolai Gogol, Oscar Wilde, Edgar Allan Poe y Anton Chéjov, y cada uno de ellos fue asociado a un sentido perceptivo –de ahí el título de la colección–. Pero la “resignificación” no queda allí, porque los libros son ilustrados. “Tratamos de difundir a fotógrafos y dibujantes”, explica Flores. Suelen vender los ejemplares en la FLIA, a 38 pesos. “Tuvimos que redefinir el concepto de ‘independencia’”, explica Guillermo. “Nuestros textos se consiguen. Nuestra independencia pasa por ofrecer algo distinto, presentar al autor de otra manera, buscarle actualidad.”
A Laura Mazzini casi no le alcanzan los dedos de la mano para contar los proyectos editoriales en los que está involucrada junto a Germán Weissi. Ella pertenece al mundo de la edición, su compañero al de la poesía. “La clave de lo artesanal es que no se necesita una gran inversión. Imprimimos el material en casa, diseñamos el libro y buscamos los materiales y la forma de que sea económico”, se explaya. Todo comenzó con Color Pastel (2005), la iniciativa artesanal más sencilla que haya existido: consiste en una hoja A4 que se distribuye gratuitamente en librerías.
A Color Pastel le siguió Proveedora de Droga, una “colección lúdica” que reúne a entre cinco y ocho autores en una hoja con un plegado particular. Por otra parte, Poesía Manuscrita es una iniciativa que surgió en 2008 y que apuesta a la publicación de libros de poemas escritos de puño y letra por sus autores. “Tiene una reminiscencia de otras épocas”, subraya Mazzini.
Casi en simultáneo surgió Tocadesata, con la intención de hacer libros más tradicionales. “Pero terminamos haciendo libros-o bjeto”, cuenta Mazzini. “Nos gustan más los libros artesanales por las posibilidades de jugar, la conveniencia económica y el hecho de hacer tiradas más chiquitas.” Como en la Colección Valijita de Siempre de Viaje, el libro es, en este caso, una invención pura de su autor. Y en un mes está en la calle, lo cual representa una verdadera ventaja para el artista, si se comparan una editorial artesanal y una comercial. Así lo explica Mazzini: “El libro tradicional tiene otra burocracia. Hay que ir a las librerías, hacerles el remito, ver qué se vendió. Algunas toman al libro, otras no. O lo ponen en el último estante y después te lo devuelven”. Los libros artesanales suelen circular en otros ámbitos, como presentaciones y ferias.
Y sí. ¿Podría venderse en una librería una sábana enrollada cual pergamino? “Salió un montón de guita”, se ríe Karina Macció que, como los otros editores artesanales consultados por este diario, no ve un peso por esta actividad. “Las cintas, el trabajo de pasar un poema…”, recuerda. “El precio es simbólico. Lo vendimos a cinco pesos. Es un objeto muy raro, que lleva mucho trabajo y está hecho de materiales caros, pero a la hora de venderlo no le podés poner el precio que tiene. El valor es simbólico y emocional”, cierra.


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